miércoles, 13 de marzo de 2024

PARA RETO SEMANAL DE NURIA DE ESPINOSA.

 

Buenas tardes. He redactado esta narración para presentarla al reto semanal que Nuria de Espinosa propone en su blog, la temática es el miedo esta vez. Un reto interesante, se disfruta la lectura de los cuentos participantes; os recomiendo colaborar.

AQUÍ LAS BASES

 


 

A VIDA O A MUERTE

  Una monstruosa criatura crece dentro de mí depredadora, como un pez piraña devora mis vísceras. No sé en qué momento preciso empezó la pesadilla pero ese engendro acuático, con cara de miedo en espejo de lago, sabe nadar en mis aguas interiores con soltura, enturbiarlas mientras a mí me ahoga. Las garras de esa bestia, que igual pueden ser las fauces de un tiburón, presionan mi garganta hasta rozar los límites del desmayo, su inconfundible propósito no es hacerme expirar sino robarme el penúltimo aliento, someterme a la tortura del estertor prolongado. Ese que silencioso lacera las carnes hasta, intenso, anestesiarlas de dolor, el mismo dolor elevado a la cúspide de su propia maceración insoportable. Es el dolor del miedo, el dolor que instalado en la mente se materializa y colonizador se hace extensivo al cuerpo y no se deja localizar ni responde a calmante alguno.

  Pienso en ello y me parece mentira que el agua pueda ser ese líquido elemento tan vital y tan destructivo a la vez, tan capaz de darte la vida como de ahogarla inundada en el poderío de su fuerza cuando te somete a su terror bajo amenaza y sabes que en cualquier momento puede cumplir su tenebrosa palabra. Inyectada de pánico al agua me ahogo en tierra y me siento incapaz de amar al mar, porque me engulle. Vale que no me ha hecho nada, pero mi fobia, ese miedo irracional, sabe que con él no vale ir de heroína, que él es el héroe. Me arrastra, me sumerge abisal. A lo cual se suma el horror a un estanque, el rechazo a una laguna, a las gigantescas olas, al tiburón que atacado de sed te bebe la sangre, al trauma de la tormenta que arrecia e inunda.

  El miedo. El miedo con sus mil rostros escondido dentro de mí. Subyacente en la oquedad más oscura de mi cuerpo me consume sin fecha de caducidad, me obliga, tironea  hasta su hábitat hídrico. Un monstruo crece dentro de mí; miedo, fobia, agua, vida, destrucción y muerte gota a gota.     

        Mari Carmen Caballero Álvarez 

 

 

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«La distancia causa demoledores estragos cuando se sitúa a tan solo medio paso, cuando deja sentir palpable el aliento del otro pero no su presencia» (La voz y el voto de la conciencia). 

 


 

sábado, 9 de marzo de 2024

RETO DE MARZO. EL TINTERO DE ORO

Buenas tardes. He redactado este texto para participar en el reto de marzo, propuesto por el blog EL TINTERO DE ORO, basado esta vez en la temática musical. Os invito a colaborar, es muy interesante, está abierto hasta el día 25. Ánimo.

AQUÍ LAS BASES


LAMIA

  Tarareaba «Ausencia de dolor» fumando tendido en la cama bocarriba y, al mirar el cenicero atiborrado y la botella vacía tirada en el suelo, comprendió que una vez más se había pasado con el coñac haciéndole guiños a la luna.

  Suspiró mirando al techo con ánimo de exorcizar a los recuerdos. En su mente, el crujido de las hojas secas del malecón entonaba depresivo la letra de la canción, que compuso para Lamia el día que se casaron. La música aquella inolvidable noche gélida y distante del adiós, un año atrás, procedía de las entrañas del viento, como las olas del mar iba y venía respetando el duelo del paisaje.

  Ahora era «Ausencia con dolor, ausencia de tu calor en la madrugada fría…, aún tierno el tallo de la esperanza, el ave se mece y canta; mas en el nido vacío del corazón el amor llora, quebranta».  

  Agresivo, el golpeteo de la lluvia sobre el cristal del ventanuco de la exigua buhardilla desafinaba con el viento en solfa. Pero poco a poco el cese del aguacero fue cediendo el turno al sol.

  Se incorporó cual resorte, cogió su guitarra que yacía a su izquierda; entre sábanas revueltas supliendo el abandono físico de la mujer amada proponía felicidad, inquietos sus dedos seguían el pentagrama del arcoíris naciente, a Raúl le extasiaba musicalizar las curvaturas de Lamia, identificar los acordes vibrando en la piel canela de su cuerpo.

  En el tierno tallo de la esperanza, el ave se mece y canta. 

     Mari Carmen Caballero Álvarez