miércoles, 1 de enero de 2014

CUENTO PUBLICADO EN MINATURA DOSSIER RAY BRADBURY




 ESTE TRABAJO LO ENVIÉ A COLABORACIONES
PARA LA REVISTA DIGITAL MINATURA Y FUE
PUBLICADO EN EL EJEMPLAR DEDICADO A RAY 
BRADBURY

PETROLIBROS

   El boato se ha instalado en la glorieta Bradbury esta primaveral mañana. Recreando arabescos policromos resaltan las rosas de los jardines cuneiformes a la altura de la  travesía del bulevar. En el macrocollage del trípode, próximo a las columnas del arco forradas con hiedra en doble hélice –igual que la molécula de ADN- , brilla un sol publicitando el elenco literario del autor: el núcleo es Fahrenheit 451 y los rayos serpentinas plateadas que  flotan exponiendo Crónicas Marcianas. Al ser retirado el manto gris del busto en el  centro, se oyen vítores y júbilos.   
   -Homenaje al maestro, ¡viva el más grande! –aplausos en la bocacalle del parque.
    En el submundo no existen coordenadas, pero él ha vuelto. Oculto en la hornacina de su propia alma oteó la sentencia de un epitafio: “Los libros arden”.
-Y la mecha la prenden las ideologías frioleras y
  mal paridas –expresa el literato con voz gruesa.
  Los malos idus le arrastraron hacia la sima y la desgracia le envolvió como a un regalo. Aun así consiguió mantenerse en zona reservada, separado de la franja oscura fronteriza al infierno. Buscándole a la situación trucos de alfileres pudo materializar su inmaterial existencia. Ha vuelto. “Los libros arden”. No existe para ellos fortaleza inexpugnable. Y él, R.D.B, regresa para salvarlos, ha sido el elegido. Dentro de su cabeza se escuchan ecos llegados  como desde allí, como desde muy allí.
Una abundante lluvia de meteoritos se anuncia en el planeta Tierra.
La crónica filtrada resuena, trasciende y moviliza la retaguardia accionando el terremoto sanguíneo. En su cerebro un ideograma baila hasta concretarse.
  -¡Claro! ¡Ya está! Inmortalizaré, ¡por fin!, mi propia obra y la de tantos –concluye pisando el claro de luna de su genuina imaginación - : petroglifos; 
ensamblados, con ellos montaré petrolibros. Los libros arden, las piedras no.
Mari Carmen C.




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