Vuelvo a la campiña y paseo mis añoranzas. Quema en mis adentros el fuego que la arrasó. Mil hogares devorados y el arroyo se secó. El sauce sus lágrimas agotó, las flores perecieron, ya no hay ramas cuerpo a cuerpo. Los muñones sangran. Arda en su propio infierno la mano que lo quemó.
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