Dejo
un cuento mío publicado, hace algún tiempo, en Castellano e inglés en el dosier
157 de la revista digital Minatura, ejemplar dedicado al Splatterpunk.
UN FINAL INCONCEBIBLE
Radha no fue consciente del
lastre hasta que sintió el horror de la verdad en la que se había convertido. A
pesar de que a ojos de los demás habitantes de los cottages fue una
privilegiada ya que vivió en una edificación de piedra con cobertizo ubicada en
los Terruños de los Panochos, construida por su padre jornalero de la cantera
con ayuda del primogénito Aditya, su fuerte atracción hacia las ciencias
ocultas la guio ante Belcebú.
El muy depravado la robó el
alma mientras copuló con él sin calibrar la tortura eterna que lastraría.
Cuando Radha decidió exorcizar su perversión infernal se equivocó, ingresó en
los Ciclónidas, la más execrable sanguinaria tribu donde el bueno no existía.
Siguiendo los repulsivos
pragmas del idolatrado dios de la tortura, Brihmade, saciaban sus primitivos apetitos de carne cruda
humana recién desmembrada viva y su sed de sangre succionada en caliente.
Patrocinados por sacrificios de las desdichadas víctimas del campesinado
atraídas bajo el señuelo de sanación de sarnas, lepras o tuberculosis si no
aprehendidas al cruzar los valles, celebraban los Ciclónidas sus macabros
festines. Rituales embrujados de luna presididos por el tótem de la diabólica
deidad ante las hogueras, donde salvajes atrocidades como eviscerar en vivo
eran el pan de cada día. Se maceraban hígados y corazones guarnecidos en
verdinegras hierbas, últimos estertores ajenos que se ingerían presentados por
el chamán en canopos, flagelo de almas. Entre truculentas apariciones al son
embriagador de los tam-tams recordaba Radha tan solo un estado ambiguo de
felicidad lejana. Su cuerpo fue expuesto a toda suerte de placeres sexuales
aberrantes abocados al extrarradio de la razón.
Pero los avisados lugareños
restringieron el paso por el desfiladero y ya no hubo sangre que beber ni
cuerpo que descuartizar. El bestiario Ciclónida sin bocado que rumiar emigró a
cazar otras víctimas. Abandonada a su suerte en los caminos la hija del
jornalero acabó en la plantación de gigantescos transgénicos. Carnívoros
destinados a la superproducción de energía sustitutiva del petróleo cuyas fauces
la devoraron. Belcebú la esperaba complacido.
Si deseas descargar la revista este es el
enlace en Castellano:
Y este en inglés:
¡Hola! Gracias a tu relato he aprendido el término Splatterpunk. He buscado sobre él y tu escrito encaja muy bien, llevando el término horror a uno de sus extremos violentos.
ResponderEliminarUn abrazo :)
¡Hola! Pues definir el término igual te vale para complementar el desarrollo de alguna escena de tu nueva novela. Aunque supongo que algo de horror tenías previsto incluir, con lo que a ti te gusta mezclar géneros y lo bien que lo haces… Gracias por pasarte y comentar, M.A. Saludos.
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