lunes, 21 de mayo de 2018

RESEÑA: EL DON DE HAZIEL (ADELLA BRAC).

 

 
                                                      SINOPSIS

Lola vive su vida sin preocuparse por los demás y piensa que es feliz así. Todo cambia el día que sufre un accidente de coche que la deja inconsciente varias horas. Cuando despierta en el hospital, puede ver un halo de luz que envuelve el cuerpo de cada persona. Convencida de que se trata de una secuela pasajera, decide ignorarlo y recuperar su antigua rutina. Pero las cosas nunca salen según lo planeado.
  Un desconocido, al que solo ella puede ver, llegará a su vida para desvelarle algo sobre su pasado. Y este encuentro romperá para siempre su esperanza de regresar a la normalidad.


                                               TAL CUAL LO VEO YO.

   No es la primera vez que leo a esta autora, pero esta es la novela que más me ha gustado. Y no porque las demás desmerezcan, no es eso, es porque en El don de Haziel encuentro algo muy especial, algo que me llena mucho. Enmarcada en la fantasía urbana, aglutina ese toque de elementos no estrambóticos con los que cualquiera puede fantasear de manera espontánea.  
    
   Es ponerse a leer este relato y se da cuenta una de que Lola —protagonista principal— no es un personaje al uso. Lola es alguien muy especial a la que le ocurren cosas muy especiales; con ella me dieron ganas, en más de una ocasión, de tener una charla tomando un café juntas. Sí, sí, como lo cuento. No estoy zumbada, es culpa de Lola por ser como es.
   
   Además la prosa de Adella Brac me resulta amable. De manera natural logra el desvío de formas complicadas al explicar las cosas.

    Cuando leo un libro bien escrito cobra para mí muchos puntos, o estrellas o como le quieran llamar. Hay personas que lo pasan más por alto, anteponen una trama satisfactoria relegando el lenguaje a un segundo plano. De verdad, no es mi caso. No me vale. Aunque, por supuesto, valoro como cualquiera el tándem narrativa-argumento. Qué buen sabor de boca deja no tener que elegir. El don de Haziel es eso.  
  

     La historia mantiene un tono armonioso y un buen ritmo, no me parece que el hilo conductor flojee en ningún momento. Se percibe cuidado. Fusiona narración-descripción de ese modo accesible que no provoca jamás el tedio del lector ni la fatídica tentación de abandono. Esto lo resalto especialmente porque me maravilla. Es un equilibrio que considero no muy fácil de conseguir; la persecución de todo escritor/a que empieza. Sin pasar por alto matizar que Adella Brac ya no es principiante. La autora dispone, como muchos sabréis, de la edición de dos novelas expuestas con anterioridad: La leyenda de Bellasombra y La historia de Tilansia, que también se encuentran en Amazon. 



    Constatado que no incurre en plomizas descripciones ni excesivos elementos situacionales, se visualizan los espacios y el contexto sin entorpecimientos. Goza de buena reconstrucción y desarrollo en los diálogos y queda eximida, algo poco habitual, de incómodos rellenos forzados, a la vez que ubica con precisión cada palabra en su sitio.


   Arriesgando un estrecho margen de error, podemos hablar a la vez de un elenco “real pero diferente”.  

   Porque, eso sí, señalo por justicia que en El don de Haziel  todos los personajes están hechos de ADN humano. Vamos, que han sido engendrados de sentimientos y emociones, si hay que decirlo de otra forma.
 
  ¡Y qué argumento! Vivo, vivo. Me prendió en el instante exacto y no apagó la mecha en ningún punto de la lectura.    

   La sinopsis no me ha gustado. Pienso que no extrae la verdadera esencia de  El don de Haziel. Fiel a los hechos hay que describirla, desde luego; pero no dejo de ver en ella un extracto algo disipado de cuerpo amorfo. Carece de la garra, el coraje, la gran personalidad de Lola Mosteiro. No; no transmite la fuerza que ella posee ni la fascinante historia que envuelve su vida. Y eso me deja fría. O caliente, a lo mejor. Encontrar entre sus páginas mayor sustancia de la esperada es un gustazo siempre.  
  
    Tal vez sea un problema de focalización, ¡cuidado! que no demando sensacionalismos ni me arrimo al tan cultivado Hype en plan amiguismo, de lo cual no soy ni medianamente partidaria. Lo que doy a entender es que con ella se me queda la cosa a medio camino, le falta un hervor. Y no me refiero, como comprenderéis, a la extensión, sino al puñadito de sal. Por lo menos a mí en ese apartado me falta. En fin, la obra es buena con avaricia. Y está ahí, en Amazon y Lektu —soporte digital y físico—. Mi pronóstico es que pocas personas de las que se dejen guiar por los limitados cauces que marca dicha síntesis se arrepentirán de la decisión de zambullirse en tan completa bien tejida historia. Esa es mi opinión; que cada cual juzgue con criterio propio.  
  
   Rizando el rizo, puesto que al enlazar tira de ciertos hilos infantiles significativos me quedo con ganas de saber algo más del pasado de la protagonista. Echo de menos algún flashback adicional que recupere un mayor desarrollo —no necesariamente extenso— de por qué o cómo llega a esa extrema situación familiar y cosas así. Se suele dar que cuando un texto literario me gusta me apasiono y siempre me falta algo; quiero más.    

   Como broche de oro la novela luce nimbada de un final acorde, coherente y bien planificado. De verdad, qué trabajo más bien hecho, a la altura de la trama. Yo no me habría imaginado algo así; ¡y mira que alcancé a especular con infinitas posibilidades a lo largo y ancho de la lectura!

   Por eso y por tantas cosas como la espléndida portada a cargo del diseñador y escritor David Orell, aunque las tendencias y gustos son algo muy particular, recordando el disfrute personal experimentado entre ese puñadito de páginas el deseo de compartirlo me puede. Arriesgo su recomendación sin morderme la lengua. 

   En serio, ya tenía ganas de leer un libro de los que me emocionan de verdad, de esos que se recuerdan con la tentación en vilo de una relectura. ¿Y de repente un ángel? El don de Haziel lo hizo posible.



CITAS:

“Lloraba por tantos años de no hacerlo y con ello caía el muro que había mantenido sus emociones encerradas”.

“Lo encontró en la terraza, mirando las estrellas, se situó a su lado y se concentró en el cielo, esperando ver algo fuera de lo común”.

“No podía apartar la vista de esos ojos, que reflejaban toda la luz del firmamento”.

“De repente se dio cuenta de que era hermoso, no recordaba haberse parado nunca a observarlo así, sin pensar en nada, dejándose impresionar por su inmensidad”.

OTRAS RESEÑAS EN ESTE BLOG:

LA HISTORIA DE TILANSIA (Adella Brac).


EL ROSTRO EN EL LAÚD (M.A. Álvarez).


CASOS DESCARTADOS (M.A. Álvarez).


 LIBROS DE LA AUTORA.





No hay comentarios:

Publicar un comentario