Este cuento mío
fue publicado en la revista digital Minatura 155, dossier Científicos locos,
tanto en castellano como en inglés. El blog literario Revista Azahar lo
seleccionó y publicó en sus páginas también.
DE
CARNE Y HUESO
Le parió la
vida en un verbo, como si tuviera prisa ella. El día que su madre
seducida abusó de la presencia de los monstruos vino al mundo la criatura.
Nació
pelele y con tres patas, abrochado, cada ojo de un color, manos de musaraña y
algo orejudo. Dotado de la capacidad asombrosa de admitir
genes de tres
padres. Una mierda, una puta mierda de las que se pinchan en un palote. Lo más
parecido a un producto ofertado en la sección
perfectos desperfectos de objetos imposibles. A medio camino entre
pegote y zote, decían, vivió aquejado del síndrome de la madre que le parió. Necesitado
de un alivio lo mismo usó un torpedo que un supositorio. Su venida
incluyó previsiones futuristas aterradoras. De tal engendro se contaban
historias de esas que impiden dormir. Dentro de la comunidad pseudocientífica,
incapaces de diferenciar una probeta de un orinal, se debatió sobre clasificarle
o no entre las especies de seres vivos. ¡Está loco! ¡Está loco!, afirmaban los
mismos locos del gremio cuando anunció que era científico.
Pero aquella contrahecha aberración seguía orientando
la mirada al infinito queriendo atrapar el horizonte, ya que, aunque su mundo
era de allí, llegó dispuesto a salvar a los de aquí. Trabajó
duro. En su rústico laboratorio circularon por doquier formularios cada vez más
próximos a los orígenes humanos y la postulada inmortalidad de la raza. Teorizando
entregado a la causa estudió nomenclaturas, cotejó algoritmos, abundó en
argumentos, elaboró tesis ignoradas y halló la fórmula —no faltó quien dijo
luego que de pura chiripa—. Y claro que se equivocó. se equivocó mucho, lo cual
abonaba el terreno a sus férreos detractores. Cuando la noticia de sus avances
saltó a los medios hubo controversia. Nunca llegó el consenso. Alegando algunos
que era una antropomáquina espía le tarazaron. Demasiado tarde, destruidos los valiosos
vademécums ya, constataron que tenía corazón. Y su cerebro aún se conserva en
formol.
Mari
Carmen C.
¡Hola! Este relato lo leí en la revista. Una historia tanto impactante como melancólica.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola! Es verdad, le envuelve un aura de melancolía y dureza, impacta. Recuerdo tu opinión cuando salió la Revista, era buena, me gustó. Gracias por dedicarle a De carne y hueso una segunda oportunidad, M.A. Un beso.
EliminarMari Carmen C.
Hola compañera, ¿no te has planteado escribir un libro? Bueno, como nos estamos conociendo,en realidad no sé si ya lo tienes, pero talento, desde luego, te sobra.
ResponderEliminarUn abrazo,
EVA.
¡Hola! Te cuento, Reina de las Reinas.
EliminarLlevaba tiempo madurando la idea de un proyecto de novela, mi propia obra y todo eso más allá de breves intervenciones en libros antológicos o revistas digitales multi o monotemáticas en las cuales aportaba (aporto), casi siempre artículos cuando no cuentos.
Pero lo cierto es que, procrastinadora yo, lo posponía una y otra vez.
Analizando el material detenidamente: idea como epicentro, personaje principal, su ADN, apuntes, esquema, posible estructura, historia, trama, argumento… Los ingredientes, en fin, aún algo sueltos en aquel momento, con la puerta abierta a la espontánea elaboración (soy híbrida con tendencia a brújula, construir escaleta me cierra espacio) concluí que, a priori, me gustaba lo suficiente como para aventurarme y echarle dedicación.
Y en esas estoy. El gran reto ha sido desde siempre ese, pergeñar mi propia obra. ¿Lograré derribar el muro? Diversos tristes acontecimientos familiares han ralentizado el proceso, pero sigo en la brecha. Después te cuento.
A grandes, muy grandes rasgos, esa es la trayectoria.
Qué bueno que estés ahí, Reina Lectora. Opiniones así motivan. Y mucho. Te doy las gracias y lleva propina. Un besazo.
Mari Carmen C.