Este cuento lo redacté para colaboraciones de la revista
digital Minatura. Fue publicado en el dossier 144, que documenta sobre El diablo. Aprovechando estas fechas Halloweenenses 2015, lo transcribo dedicado a los amantes del
culto al universo diabólico.
Y la guarnición es
una imagen capturada en el blog de Mª
Auxiliadora Álvarez. Ella –escritora, diseñadora de web, animaciones, cómics,
dibujante…-, es autora material de esta
original creación: Esqueleto juglar.
Aquí dejo el
enlace por si queréis echarle un ojo al sitio. Os adelanto que no defrauda; es
bueno, bueno de verdad.
Su web:
LA
MIRADA ESCARLATA

Nada ni nadie salvaguarda la ciudad sin puertas. Asestándole multitud de hondos tajos vaciaría sobre él la inquina incubada año tras año. Jadeante, sudoroso, con los ojos chispeando lo remató atravesado hasta que, picadas las asaduras, se dispuso a devorarle. Después se pudo demostrar a ciencia cierta en el reflejo luminiscente de los océanos como la salvaje criatura bebió la sangre apoderándose del cáliz. De tal modo hubo apego a la tentación que cuando ya no quedaba gota el muy hijo de su padre le seccionó en seco, a cuchillo con sus unguladas armas, el cuello. Ensartada en la horca, la carne restante permaneció entera. Confundido con un fauno se vio en el momento que satisfizo su lascivia, no sin eyectar en su rudeza rencor rojo, al abusar de cuantas doncellas se toparon con él en el reino; su codicia y su apetito despótico sólo serían saciados al aprehender la hegemonía sobre los hombres. De toda la vida en el Cielo y en la Tierra.
Pero el choque con
los ojos abiertos de la víctima y sus miradas siempre vivas le hizo vomitar
pánico, ya que quiso guarnecer el efecto la necrosanta música desatada de fondo.
Presentado el miedo a cara descubierta aquel contrahecho espécimen, ninot nunca
indultado en la cremá, sucumbió en el sol de su propio fuego interno. Transfigurado
el rostro una sacudida volcánica vino a implosionar su cuerpo. Abierta la
construcción monolítica la cumbre se lo tragó cuando todavía pronunciaba el
nombre de su padre, cuyo maleficio le acompañaría hasta el preciso momento que
fue engullido por formular la última maldición. Y coronando las llamas licuadas
de la fogata del averno ondea el nimbo. Desde la profundidad inmaterial que
llena el vacío brotó materializada, incólume la perpetua activa representación
del aire la Tierra el agua y el fuego. El vástago del divino supremo creador
había sobrevivido al mismísimo hijo del diablo.
Mari Carmen C.