Me deprime, me hunde y me produce dolor de estómago
el tema. Se habla de la igualdad de sexos como una
realidad, un hecho y no es verdad: puro márketing.
Igualdad práctica y no teórica necesita la mujer, igualdad
no escrita en papel mojado -abajo los tópicos y los
formulismos-. Veladamente –pregono paridad y practico machismo
puro-, se alzan por desgracia, todavía, muchas voces en contra de la causa femenina. Ciertas radicales ideologías pro machistas,
empeñadas en fortalecer el muro desigualdad le ponen ladrillos
alzándole al tirar la piedra y esconder el brazo.
Y claro, así no avanzamos. El valor sublime de la igualdad
hombre-mujer es nada en la nada.
Con la mal disimulada parcialidad
Con la mal disimulada parcialidad
masculina de muchos se eleva al machito a los altares laborales,
políticos, sociales, económicos y, por supuesto, personales
jerarquizando una sociedad de hombres fuertes y mujeres débiles.
Sin duda, entronizado, el hombre seguirá alzando con las dos manos el cetro que abre puertas al machismo y el abuso de poder
“cínicamente correcto”. Siempre que circulen sin freno dobles
mensajes o no desaparezcan disensiones sociales de componente
ambiguo resolviendo la situación con cordura y unanimidad, el ciclo vital de la igualdad hombre-mujer no se completará. Y de ese modo, la mujer está sola aunque tenga un hombre a su lado;
Y la soledad, qué duda cabe, es un niño que pide un vaso de
agua a medianoche. Sobrevivir integrando una sociedad
que grita a pleno pulmón igualdad y practica desigualdad aboca
a toda fémina a un doble mensaje de agresión. En su autoestima
se perciben, muchas veces, atroces signos de tortura.
Cabe preguntarse y una inmensa mayoría lo ha hecho ya, si
el género femenino ha luchado bastante
personal, política, social, laboral y económicamente. No es
la pregunta sin respuesta: a la espalda
tiene –por mencionar solo un episodio de los muchos en los que
reivindicando sus derechos de igualdad se implicó- el costoso
triunfo del Sufragio Universal. Un camino de espinas.
En fin, yo digo que saldrá el Sol.
Fundaciones como Isonomía –por citar solo una, sabemos que hay
muchas- se dejan la piel en una lucha descarnada de compromiso
y entrega. Pero la igualdad que queremos es un gigante y no
tenemos a David. La unión hace la fuerza; unidas hemos de
permanecer sin tregua ni cuartel fortaleciendo nuestros objetivos.
En otra línea de argumentación, a aquellas que sufren crueles
episodios de acoso sexual o se ven flanqueadas en ocasiones por la
terrorífica violencia de género recordarles, simplemente, que
cada palmo de terreno ganado, el frío e impasible depredador lo pierde.
¿Cuántas han sido las mujeres muertas a manos del marido, ex marido, compañero, novio o medio novio? ¿Cuántas? Triste realidad. No las cuentes. Las campanas doblan por ti.
Mari Carmen Caballero Álvarez
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